El título puede parecer algo improbable para los años en los que vivimos, sin embargo, es cada vez más corriente la aparición de casos en los que se han producido abordajes con violencia en aguas internacionales, principalmente en las costas africanas.
La Organización Marítima Internacional (OMI) informó que en el 2013 se reportaron 264 ataques a embarcaciones de diversas nacionalidades, incluyendo 15 casos cerca de las costas de Somalia. Estas cifras globales muestran una reducción en un 40 % respecto al 2011, cuando solo en dicho país se presentaron 240 casos. La organización destaca que la reducción en las cifras se debe al incremento del patrullaje naval y la mejora en la seguridad de las embarcaciones comerciales. Todo parece indicar que el mundo de los piratas pudiera estar finalizando; pero eso no es más que un espejismo.
La piratería es una práctica de saqueo organizado o bandolerismo marítimo, probablemente tan antigua como la navegación misma. La situación más común es que una embarcación ataca a otra en aguas internacionales o en lugares no sometidos a la jurisdicción de ningún Estado, con el propósito de robar su carga, exigir rescate por los pasajeros, convertirlos en esclavos e incluso apoderarse de la nave. Así funcionaban los bucaneros del Caribe en la época de la colonia y así funcionan ahora los que operan en las aguas que bañan el Cuerno africano.

De acuerdo con la OMI, la Interpol y la ONU, la piratería se extiende hoy por las principales rutas de navegación y sigue siendo una seria amenaza para el transporte marítimo de mercancías, así como para la pesca, el turismo y otras actividades económicas en los mares.
Desde el 2005 hasta el pasado año, se había constatado un incremento significativo del número de ataques piratas contra embarcaciones, en particular en el Océano Índico, el Golfo de Guinea y el Golfo de Adén. Ahora las riberas de África occidental parecen ser las más vulnerables.
Pero, ¿qué se esconde tras estas prácticas? ¿a dónde va a parar el dinero saqueado por los piratas en las distintas embarcaciones? En el imaginario popular, los piratas son somalíes muy pobres que, en medio de una guerra civil interminable y la desintegración fáctica del Estado, tomaron las armas y se lanzaron al mar para alimentar de alguna manera a sus familias.
De hecho, los ciudadanos somalíes no tienen muchas opciones para elegir qué hacer con su vida. Pueden participar en la guerra del lado de uno de los clanes nacionales, arriesgar sus vidas en escuálidas embarcaciones para cortarle el paso a enormes barcos cargados de mercancías para los ya satisfechos ciudadanos del opulento Occidente, o morir poco a poco de hambre en un país marcado por las constantes sequías, la inseguridad y la corrupción. Sin embargo, los piratas actuales no solo provienen de Somalia. Las jugosas ganancias de estas prácticas van más allá de sus fronteras.
Un reciente informe divulgado por el Banco Mundial, la ONU y la Interpol revela que, actualmente, la piratería es un negocio bien organizado. En dicho informe se afirma tajantemente por parte de uno de los responsables de Interpol que "El dinero del rescate de barcos, cargas y rehenes en las operaciones de piratería lo recibe siempre una tercera persona, no residente. Estos sujetos viven en Occidente y son empresarios respetables. Luego, una cierta parte del dinero la reciben los piratas mismos. Pero, se desconoce cuál y si les llega en general”.
Cálculos del Banco Mundial estiman que la piratería causa a la economía internacional pérdidas por 18 mil millones de dólares al año, con costos comerciales que aumentan continuamente. Los piratas que operan en las costas del Cuerno de África han amasado, en los últimos siete años, una fortuna de 400 millones de dólares. La mayor parte de este dinero se utilizó para financiar otras actividades delictivas, como el abastecimiento de milicias, el tráfico de armas y el de personas, aunque también se invirtió en negocios legales para poder blanquearlo.
El estudio del Banco Mundial, la ONU y la Interpol indica que los principales beneficiarios de este negocio son los llamados “piratas financieros”, que obtienen entre el 30 % y el 50 % de los rescates. Los “soldados de a pie”, es decir, los piratas que llevan a cabo el asalto de los buques, se quedan con una cantidad que equivale a un 0,1% de los ingresos.
Frente a este temor que es afrontado día a día por los buques que transitan la zona, muchas empresas aseguradoras, asediadas por los operadores mercantiles, han optado por ofertar (con ciertas restricciones) pólizas de seguro para este tipo de riesgos. Adjunto el enlace de una noticia que recoge tal aspecto:
http://www.elmundo.es/mundodinero/2008/11/28/economia/1227900686.html
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